Ramón Mijares Peña y Rafael Rojas Leal: ¿Cómo el resurgir del “petroespionaje” en Venezuela impulsado desde Nueva York tuvo como telón de fondo las sanciones estadounidenses?

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Por Felicia Osorio

La historia de Rafael Hernán Rojas Leal, un nombre que resurge de las sombras, se remonta a la década de los 80s, un periodo turbulento en el panorama petrolero venezolano. Rojas Leal se convirtió en una figura controvertida, protagonizando uno de los mayores escándalos de corrupción, conocido como el “Petroespionaje”. Este caso, que sacudió los cimientos de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), implicó un entramado de corrupción donde Rojas Leal, junto a otros involucrados, manipulaban información privilegiada sobre los precios del crudo venezolano, obteniendo beneficios económicos de manera ilícita. En ese entonces, Rojas Leal fue sentenciado a prisión y se fugó, escapando de una cárcel venezolana disfrazado de mujer, un escape que se convirtió en un símbolo de la corrupción rampante de la época.

Sin embargo, el tiempo pareció ser un aliado para Rojas Leal, y en 2019, este oscuro personaje resurgió con fuerza en el mundo del petróleo, convirtiéndose nuevamente en un actor clave en el entramado de negocios con crudo venezolano, a pesar de su historial de corrupción y de su pasado como fugitivo de la justicia. Su resurrección fue espectacular, y se vio involucrado en un esquema complejo, utilizando empresas fantasma y manejando una red de contactos dentro de la industria petrolera venezolana, para sortear las sanciones internacionales impuestas a Venezuela. Rojas Leal, con un nuevo disfraz, esta vez de empresario legítimo, se aprovechó de la situación internacional y de la crisis que vivía Venezuela para reconstruir sus operaciones en el mercado del petróleo.

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Es así como la figura de Rafael Hernán Rojas Leal, un nombre que se creía perdido en el olvido, vuelve a aparecer en la escena petrolera venezolana con un nuevo papel, una vez más enredado en una trama de engaños y corrupción. Su resurrección nos recuerda que en el mundo del petróleo venezolano, los escándalos son perpetuos, y que los actores principales con frecuencia vuelven a aparecer en el escenario con nuevas mascaradas.

La red de intermediarios y compradores ocultos de crudo venezolano

Tras la imposición de sanciones por parte de Estados Unidos a Venezuela en 2019, PDVSA se encontró en una situación complicada. Sus principales compradores, las grandes refinerías y casas comerciales de prestigio, comenzaron a rechazar sus barriles de petróleo. La estrategia de PDVSA fue buscar nuevos compradores en el mercado internacional, recurriendo a entidades menos conocidas, muchas de ellas empresas fantasmas con poca o ninguna transparencia.

Los envíos de crudo venezolano a Estados Unidos, el principal destino de las exportaciones petroleras del país, se redujeron a cero. Este cambio radical en el panorama comercial obligó a PDVSA a buscar nuevos mercados para colocar su petróleo, lo que la condujo a un mundo de transacciones opacas y a una red de intermediarios sin escrúpulos.

En esta nueva realidad, emergieron nombres como Sahara Energy International Pte Ltd., MS International Corp. y Melaj Offshore Corp., empresas que se convirtieron en los nuevos compradores del crudo venezolano. Estas compañías se atrevieron a hacer negocios con PDVSA en un momento en que las grandes empresas de la industria petrolera se habían retirado del mercado venezolano.

Según informes de embarque y declaraciones de fuentes con conocimiento del asunto, estas empresas realizaron compras por un total de 3 millones de barriles de crudo venezolano entre marzo y abril de 2019. Estas transacciones, llevadas a cabo en un clima de secreto y desconfianza, representan un ejemplo claro de cómo PDVSA se vio obligada a reducir sus opciones y a aceptar condiciones desfavorables para colocar su petróleo. Se trató del preludio del ahora conocido caso de corrupción Pdvsa-Cripto

Este cambio de estrategia fue un reflejo de la creciente presión sobre PDVSA, que se encontraba entre la espada y la pared. La sanciones de Estados Unidos habían afectado gravemente sus ingresos y la empresa se vio obligada a buscar soluciones desesperadas para mantenerse a flote. Esta situación de desespero abrió las puertas a un mundo de negocios oscuros, donde los intermediarios y las empresas fantasmas jugaron un papel clave en la compra y venta de crudo venezolano.

Sahara Group: una compañía enredada en sanciones y negocios ocultos

En el laberíntico mundo de las transacciones petroleras venezolanas, la compañía Sahara Group emergió como un actor central, enredado en un complejo esquema para sortear las sanciones internacionales y mantener el flujo de crudo venezolano en el mercado global.

Sahara Group, con sede en Singapur, es una empresa con intereses en campos petroleros en África, pero su vinculación con Venezuela se remite a 2019, cuando comenzó a buscar buques para transportar gasolina hacia el país sudamericano, en un momento en que el gobierno de Nicolás Maduro se enfrentaba a una crisis energética sin precedentes.

La aparición de Sahara Group en el panorama petrolero venezolano coincide con la llegada de Rafael Hernán Rojas Leal, un personaje con un historial de corrupción y de estafas, que se convirtió en una pieza clave en la estrategia de PDVSA para eludir las sanciones internacionales. Rojas Leal, un nombre que resurgía de las sombras del “Petroespionaje”, se encargó de tejer una red de contactos para facilitar las operaciones de Sahara Group en Venezuela.

La relación entre Sahara Group y el gobierno venezolano se fortaleció en abril de 2019, a través de Miguel Silva Pérez, Rafael Hernán Rojas Leal y Erhan Kap, utilizando el Grupo Iveex Insaat como nexo. Esta alianza se convirtió en un instrumento fundamental para que PDVSA pudiera exportar petróleo a través de Sahara Group, a pesar de las sanciones impuestas por Estados Unidos.

Ramón Adolfo Mijares Peña: el hombre detrás de las operaciones encubiertas

En las profundidades del laberinto petrolero venezolano, un nombre surgía como pieza clave en la trama de transacciones ocultas: Ramón Adolfo Mijares Peña. Su papel era el de un intermediario discreto, pero efectivo, en la red de negocios que se tejió alrededor de PDVSA para evadir las sanciones internacionales y mantener el flujo de crudo venezolano en el mercado global.

Ramón Adolfo Mijares Peña

Mijares Peña se convirtió en un nexo esencial entre un grupo reducido de directivos de PDVSA y empresas fantasmas que operaban en la sombra del mercado petrolero internacional. Su influencia era tal que controlaba personalmente los cargamentos de al menos cuatro buques de PDVSA, coordinando su embarque y despacho sin ningún impedimento.

Ramón Adolfo Mijares Peña

Las operaciones de Mijares Peña no pasaban desapercibidas para los observadores del sector petrolero, quienes lo identificaron como un personaje clave en la estrategia de PDVSA para sortear las sanciones internacionales. Se estima que Mijares Peña facturó al menos 736 millones de dólares en cargamentos de productos petroleros, lo que lo convierte en un actor significativo en la crisis petrolera que azotó a Venezuela en los últimos años.

Ramón Adolfo Mijares Peña

Mijares Peña, un hombre que se movía con desprecio por las leyes internacionales y con una complicidad silenciosa de funcionarios de PDVSA, se benefició enormemente de la situación de crisis que vivía Venezuela. Su nombre, una vez conocido solo en los círculos íntimos de la industria petrolera, se convirtió en un sinónimo de opacidad en el sector energético venezolano.

Rafael Hernán Rojas Leal: un petroespía con historial de fraudes y agresiones

La figura de Rafael Hernán Rojas Leal es la de un camaleón, un personaje que se adapta a cualquier entorno, siempre listo para aprovechar las oportunidades que le brinda el mundo del petróleo. Su trayectoria se caracteriza por un historial de fraudes, de estafas y de agresiones, que lo han convertido en una figura controvertida y peligrosa.

Su nombre se hizo conocido en la década de los 80s como uno de los protagonistas del escándalo de “Petroespionaje”, un caso de corrupción que sacudió los cimientos de PDVSA. En esa época, Rojas Leal fue acusado de haber vendido información privilegiada sobre los precios del crudo venezolano, obteniendo beneficios ilícitos a expensas de la empresa petrolera estatal.

Rojas Leal se convirtió en un fugitivo, buscando refugio en el extranjero para evitar las consecuencias de sus actos.

Su retorno a la escena petrolera venezolana en 2019 fue un acto de atrevimiento. A pesar de su pasado turbio, Rojas Leal se presentó como un empresario legítimo, tejiendo una red de contactos con el gobierno de Nicolás Maduro y con empresas fantasmas para sortear las sanciones internacionales.

Pero su pasado lo perseguía. En 2009, fue investigado por las autoridades de Houston, Texas, por la agresión física contra el ciudadano estadounidense Jean Charles Queen. El motivo de la agresión fue una deuda que Rojas Leal no quería pagar, lo que lo obligó a abandonar Houston y a escapar a Panamá.

En Panamá, Rojas Leal estableció una nueva empresa, Buntrad Oil Corp., para comercializar petróleo y sus derivados. Sin embargo, su historia de fraudes lo volvió a perseguir, y en poco tiempo debió abandonar Panamá dejando deudas que superaban los 2,5 millones de dólares.

Venro: la empresa fantasma del petroespía en el corazón de la trama

En el centro de la trama que permitió a Rafael Hernán Rojas Leal y a sus cómplices adueñarse ilícitamente de cargamentos de crudo venezolano, se encuentra Venro, una empresa fantasma que operaba como un escudo para sus negocios oscuros.

Venro, con oficinas en Madrid y en la ciudad de Nueva York, se convirtió en un instrumento clave en la estrategia de Rojas Leal para eludir las sanciones internacionales y para lavar dinero obtenido de manera ilícita. La empresa se presentó como un actor legítimo en el mercado petrolero, pero en realidad era una fachada para las operaciones de Rojas Leal y de sus socios.

En Nueva York, Rojas Leal y Ramón Mijares Peña, su compinche en la trama, no dudaron en fotografiarse en distintas ocasiones, exhibiendo una falsa imagen de prosperidad y de éxito en el mundo de los negocios.

Ramón Adolfo Mijares Peña y Rafael Hernán Rojas Leal

Venro se encontró en el epicentro de un esquema de corrupción que permitió a Rojas Leal y a sus asociados adueñarse de cargamentos de crudo por el orden de 1.000.000 de barriles de crudo pertenecientes a PDVSA. La empresa, una creación de Rojas Leal, se convirtió en un vehículo para lavar dinero obtenido de manera ilícita y para ocultar los verdaderos beneficiarios de las transacciones de petróleo.

Ramón Adolfo Mijares Peña y Rafael Hernán Rojas Leal

En 2021, Rojas Leal registró Venro Energy LTD., una nueva empresa en Nueva York, como si buscara legitimar sus operaciones y eliminar las huellas de su pasado turbio. Sin embargo, la sombra de la corrupción y de las estafas seguía acompañando a Rojas Leal, un personaje que se movía en la frontera de la legalidad, utilizando empresas fantasmas para ocultar sus verdaderas intenciones y para sacar provecho de la crisis que vivía Venezuela.

Otra “petroespía” de Pdvsa

En el laberinto de corrupción que se tejió en torno al caso del Petroespionaje, un nombre surgió como pieza clave: una funcionaria de PDVSA de apellido García. García, quien se desempeñaba como “Commercial Analyst at PDVSA” (Analista comercial de Pdvsa), se convirtió en un nexo esencial en la trama de Rojas Leal, facilitando la filtración de información privilegiada sobre el precio y la venta de crudo venezolano.

Las investigaciones apuntan a que García, actuando como una “petroespía”, realizó frecuentes viajes a Nueva York, supuestamente pagados por Rojas Leal, para reunirse con su “mentor” y entregarle información confidencial de PDVSA.

Las autoridades de PDVSA se preguntaban cómo una empleada de rango medio podía costear sus viajes y estadías en Nueva York, lo que les hizo sospechar de una posible traición a la empresa estatal. La sospecha de la participación de García en la trama de corrupción de Rojas Leal pone de manifiesto la fragilidad de los sistemas de seguridad de PDVSA, y la facilidad con la que un individuo con intenciones maliciosas podía acceder a información sensible de la empresa petrolera estatal.


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