A Francisco D’Agostino le gusta burlarse de sus víctimas en su cara. Todas sus acciones son premeditadas y planificadas con antelación. De allí nace la inspiración para el nombre de su más reciente “emprendimiento” en Baleares. Después de deleitar a sus antiguos socios con el Departamento de Justicia estadounidense, timar a Julio Herrera “Velutini”, quien fue su cómplice, ejecutar un mega fraude en contra de PDVSA y evitar que la justicia española lo extradite, decide “cambiar de tercio”.
“Cambiar de tercio” significa un cambio de tema de conversación o de actividad; mientras que, en el contexto de la tauromaquia, se refiere al paso de una de las tres partes en que se divide una faena (toreo). La expresión proviene de las corridas de toros, donde se suceden distintas fases en la lidia.
Actualmente, Francisco D’Agostino está concentrado en consolidarse socialmente en Baleares, para crear un entramado que le permita lavar grandes cantidades de dinero sin generar sospechas ni suspicacias. Necesita un margen de acción con la libertad necesaria para poder hacer inversiones de distinta índole y naturaleza.
Sigue los pasos de Bashkim Osmani: el nuevo “padrino” de Mallorca.
¿Emprendedores o villanos? Varias “coincidencias” resultan muy casuales: el gusto por la “Dolce Vita”, la admiración por la cultura italiana, las obras de arte, los inmuebles con abolengo y tradición, involucrar a empleados, subalternos y allegados —en caso de responsabilizar a otros—, cercanía a carteles de narcotráfico, etc.
¿Qué puedes esperar de una persona que no dudó en traicionar a socios que eran sus amigos desde la infancia o a quien fue su padrino, cuando celebró su íntima pero exquisita boda en Venecia?
Banco Volksbank
Aquí el venezolano y el albanés coinciden. Tirando del hilo, los caminos nos condujeron a Gazprom, Pedro Trebbau, el gobierno ruso y PDVSA.
Ambos usan las inversiones en obras de arte como una forma de invertir y lavar dinero sucio.