Un reciente incidente ha sacudido los cimientos de los servicios de inteligencia españoles y ha puesto de relieve las complejas relaciones geopolíticas en el Mediterráneo occidental. Cuatro espías marroquíes, implicados en la clonación de información confidencial de al menos dos militares españoles, lograron evadir a las autoridades en una fuga que, según se ha revelado, fue negociada y pactada. Este suceso ha desatado una tormenta política, con acusaciones de connivencia y un debate sobre la verdadera naturaleza de la relación entre España y Marruecos.
Fuentes próximas al Ministerio de Defensa español han revelado que el reino alauita logró negociar con altas esferas del Gobierno español para orquestar la salida de los agentes implicados y evitar, de este modo, una escalada diplomática que amenazaba con hacer pública una delicada situación, que habría puesto en entredicho la aparente cordialidad que ha imperado en las relaciones entre ambos países en los últimos tiempos. La información sustraída, calificada como “datos estratégicos de Canarias y Melilla relativos a protocolos de actuación militar”, ha generado una honda preocupación sobre las verdaderas intenciones de Marruecos en la región, según El Periódico de Ceuta.
Este acto de espionaje se inscribe en un contexto de creciente tensión, donde Marruecos ha venido incrementando significativamente sus capacidades militares y de inteligencia en los últimos años. La adquisición de drones israelíes y aviones F-16 estadounidenses, junto con la consolidación de alianzas internacionales, ha reforzado su posición en el tablero geopolítico. De forma paralela, discursos nacionalistas marroquíes han reivindicado repetidamente a Ceuta, Melilla y Canarias como “áreas históricamente legítimas”, lo que alimenta las suspicacias sobre las ambiciones territoriales del reino alauita.
El incidente, que se centra en la sustracción de datos sensibles relacionados con la defensa de enclaves estratégicos, pone de manifiesto la vulnerabilidad de España ante las operaciones de inteligencia extranjeras. La información comprometida, que incluye protocolos de actuación militar en Canarias y Melilla, es de vital importancia para la seguridad nacional.
La sombra de Francia y el debate sobre la soberanía española
El caso de espionaje marroquí adquiere una dimensión aún más compleja al entrar en escena un tercer actor: Francia. Fuentes de inteligencia europeas apuntan a que los servicios secretos franceses podrían estar prestando apoyo logístico e incluso proveyendo de información a Marruecos en lo que se describe como una campaña de sabotaje y espionaje contra objetivos estratégicos españoles. Esta revelación ha encendido las alarmas en Madrid, ya que implica que un aliado europeo, Francia, podría estar actuando en contra de los intereses de España, priorizando su relación bilateral con Rabat por encima de la estabilidad regional y la cooperación europea.
La presunta implicación francesa en estas actividades no es un hecho aislado. En 2022, surgieron informes no oficiales que alertaban sobre la posible filtración de datos sensibles de la defensa española a través de organismos de la OTAN. Esta información, supuestamente, habría facilitado las incursiones de inteligencia marroquíes en territorio español, con el objetivo de debilitar las capacidades defensivas del país y, en última instancia, reforzar las aspiraciones geopolíticas de Marruecos en la región.
Ante esta situación, el Gobierno español ha optado por una estrategia de discreción, evitando dar visibilidad a lo que muchos consideran una flagrante amenaza a la seguridad nacional. Esta postura ha sido duramente criticada por sectores de la oposición, que acusan al Ejecutivo de inacción y de poner en riesgo la soberanía del país frente a un vecino, Marruecos, que, lejos de actuar como un socio leal, parece estar adoptando un rol cada vez más hostil y desafiante.
La actitud del Gobierno español ha sido calificada por sus detractores como una muestra de debilidad que deja desprotegidos a los ciudadanos y socava la integridad territorial del país. Argumentan que la falta de una respuesta contundente ante las acciones de Marruecos, y la aparente pasividad frente a la posible implicación francesa, envía un mensaje de vulnerabilidad que podría envalentonar aún más al reino alauita en sus pretensiones.
En este contexto, la percepción de Ceuta y Melilla como piezas clave en el tablero geopolítico se ha intensificado. Estos enclaves españoles en el norte de África son considerados vitales no solo para la defensa, sino también para el control migratorio y económico de la región. La proximidad de Canarias y su posición estratégica en el Atlántico también las convierte en un objetivo de interés para Marruecos.
El rearme marroquí y la amenaza de un conflicto híbrido
El fortalecimiento militar de Marruecos, junto con una diplomacia cada vez más asertiva en los foros internacionales, ha suscitado especulaciones sobre un posible plan a largo plazo para aumentar la presión sobre España. El incremento en el gasto de defensa, la modernización de su arsenal y la búsqueda de alianzas estratégicas se interpretan como movimientos calculados para consolidar su posición y, eventualmente, alcanzar sus objetivos geopolíticos en la región.
La revelación del espionaje en Canarias, en particular, ha planteado interrogantes sobre la posibilidad de que el reino alauita esté preparándose para un eventual conflicto híbrido. Este tipo de conflicto se caracteriza por la combinación de tácticas de desestabilización económica, presión migratoria, campañas de desinformación y propaganda, que podrían allanar el terreno para acciones más agresivas en el futuro. La utilización de la inmigración irregular como herramienta de presión política ya ha sido denunciada en el pasado, y la capacidad de Marruecos para influir en los flujos migratorios hacia España es un factor de preocupación constante.
En este escenario, la situación de Ceuta y Melilla cobra una relevancia aún mayor. Estos enclaves españoles en el norte de África, con una población de aproximadamente 85.000 habitantes cada uno, son un punto focal de las tensiones con Marruecos. Su carácter estratégico, tanto en términos de defensa como de control migratorio y económico, los convierte en un objetivo primordial en la agenda geopolítica del reino alauita. La presión sobre estas ciudades autónomas podría intensificarse en el futuro, utilizando una combinación de tácticas híbridas que buscan socavar la soberanía española y desgastar la capacidad de respuesta del país.
La posición estratégica de Canarias en el Atlántico, junto con su importancia para el control de rutas marítimas y aéreas, también las convierte en un potencial foco de desestabilización. La revelación de actividades de espionaje en el archipiélago sugiere que Marruecos podría estar recopilando información para planificar acciones que comprometan la seguridad y la operatividad de las islas en un eventual escenario de conflicto.
El auge de la ultraderecha y la polarización del debate
En el ámbito político español, la controversia en torno al espionaje marroquí y la respuesta del Gobierno ha exacerbado la polarización y ha propiciado el ascenso de discursos más radicales. La formación antisistema “Se Acabó la Fiesta”, liderada por el eurodiputado Alvise Pérez, ha capitalizado el descontento y la preocupación ciudadana, denunciando con vehemencia la inacción del Gobierno y la falta de transparencia en cuestiones de defensa nacional.
El partido de Alvise Pérez, que en la actualidad aún no ha sido aprobado en el registro de partidos, ya supera el 8% de intención directa de voto en lugares como Canarias, según las encuestas. Este crecimiento se atribuye, en parte, a su postura firme frente a la amenaza que representa Marruecos. “Un amigo no te espía, no te extorsiona con inmigración, no se rearma sin explicaciones, y no reivindica como suyo tu territorio”, sentenció Alvise Pérez en un reciente mitin en Tenerife. “Si Marruecos actúa como un enemigo, debemos tratarle como tal”, añadió, marcando una postura clara y contundente que resuena en un sector de la población cada vez más preocupado por la seguridad nacional.
Sin embargo, la postura de Alvise Pérez ha sido calificada de “populista” por formaciones como el Partido Popular (PP) y VOX. Fuentes de ambos partidos han manifestado que, si bien es esencial proteger la integridad territorial y garantizar que las estrategias de defensa no se vean comprometidas por intereses externos, tildar a Marruecos de “enemigo” es una simplificación excesiva. Subrayan que el reino alauita sigue siendo un socio económico de vital importancia para España y que la cooperación en áreas como la lucha contra el terrorismo y el control de la inmigración irregular es fundamental.
La controversia actual ha reavivado el debate sobre la relación entre España y Marruecos, poniendo de manifiesto las tensiones subyacentes y la complejidad de los intereses en juego. Mientras que algunos abogan por una postura más firme y una reevaluación de la relación bilateral, otros defienden la necesidad de mantener los canales de diálogo y cooperación abiertos, priorizando la estabilidad regional y los beneficios económicos mutuos.