Cuando en agosto de 2017, la exfiscal general Luisa Ortega Díaz huyó de Venezuela a Colombia, vía Aruba, tras su destitución y ordenarse su enjuiciamiento por supuesta conspiración, lo hizo acompañada por su esposo y otras dos personas.
Una de esas dos personas era el periodista Arturo Vilar Esteves, quien se desempeñaba como productor del programa de televisión del cónyuge de Ortega, Germán Ferrer, en Globovisión.
Vilar posteriormente fungió como ministro consejero de la embajada de Venezuela en Colombia, entonces a cargo de Humberto Calderón Berti, quien había sido designado como embajador por el llamado “Gobierno interino” de Juan Guaidó.
En noviembre de 2019, después que Calderón se manifestara en contra de políticas del interinato y fuera removido por Guaidó; se hizo pública una carta en la que Arturo Vilar relataba presuntos actos de deslealtad de Calderón hacia Guaidó.
Seguidamente, el “Gobierno interino” designó a Vilar como ministro consejero de la embajada de Venezuela en Bolivia, puesto del que salió en 2020, tras denuncias que lo vinculaban con el desmantelamiento y la venta irregular de bienes de la embajada.
Durante la administración de Luisa Ortega como fiscal general, el Ministerio Público venezolano nunca procesó a Vilar, a pesar de las varias denuncias y cartas remitidas a Ortega en las que se acusaba al periodista de presunto fraude.
Vilar fue denunciado, entre otras cosas, de supuestamente apropiarse indebidamente de acciones en una compañía de construcción, pertenecientes a un socio, así como de presuntamente estafar a socios mediante la compra de materiales de construcción.
Uno de los denunciados, además de Vilar, de entre no menos de ocho personas, fue Tito Figueroa Atías, amigo y testaferro de Vilar.
En su descargo, Vilar solía asegurar que las denuncias obedecían a una supuesta extorsión de la que era objeto por parte de un antiguo abogado suyo, al que consiguió judicializar por esa misma razón.
Sin embargo, el abogado negaba la extorsión y afirmaba que la relación con Vilar se había agriado debido a una deuda de honorarios profesionales que Vilar se había negado a pagar.
Las deudas de Vilar eran tales, que incluso el Fondo de Protección Social de los Depósitos Bancarios (FOGADE) lo demandó a él y a la Constructora Arata, de la que era fiador, por incumplir con el pago de un crédito recibido del quebrado Banco Canarias.
Pero su vinculación con Tito Figueroa no es lo único que conecta, directa o indirectamente, a Arturo Vilar con los ahora fugitivos José y Chamel Gaspard Morell, quienes financiaron los fraudulentos proyectos de construcción de Figueroa y su hijo en EE.UU., reveló @josepgonzalez687.