Por Doris Mejía
Opinión
La reciente aparición del gobernador del Zulia, Manuel Rosales, en un evento político en Barinas ha desatado un torbellino de especulaciones en torno a sus verdaderas intenciones electorales. Si bien su presencia en el acto buscaba proyectar una imagen de apoyo al candidato presidencial opositor, Edmundo González Urrutia, ciertos detalles sugieren un juego estratégico más profundo y calculador.
Rosales, curtido en las lides políticas, parece estar moviendo sus fichas con la mira puesta en las elecciones regionales del 2025. Su participación en la caravana y posterior concentración junto al gobernador de Barinas, Sergio Garrido, ambos sin la presencia física de González Urrutia, deja entrever una ambigua estrategia. Por un lado, se presenta como un aliado que “apoya” al candidato presidencial, pero, por otro, mantiene una distancia prudencial, evitando ser fotografiado junto a él y capitalizando el evento para alimentar su propia figuración pública.
Esta calculada ambigüedad alimenta la tesis de un supuesto pacto oculto con el Gobierno de Nicolás Maduro. Un acuerdo bajo la mesa que le permitiría a Rosales blindar su bastión político en el Zulia y asegurar su reelección, independientemente del resultado de las elecciones presidenciales. Un escenario en el que el gobernador del Zulia saldría airoso, ya sea con la victoria o la derrota del candidato que dice apoyar.
Entusiasmo calculado en la llanura
Manuel Rosales no se limitó a una discreta aparición en Barinas. El gobernador zuliano encabezó una multitudinaria marcha que recorrió las calles de la ciudad hasta culminar en la nueva sede del partido Un Nuevo Tiempo (UNT). Acompañado por Sergio Garrido, gobernador de Barinas, Rosales proclamó a viva voz: “faltan 44 días para que Edmundo González sea el nuevo Presidente de Venezuela”.
El evento, realizado el 28 de junio de 2024, contó con una puesta en escena cuidadosamente orquestada. Una caravana de motorizados recibió a Rosales a su llegada a la ciudad, para luego escoltarlo junto a una multitud entusiasta que se congregó en la Plaza El Estudiante. Banderas, pancartas y afiches alusivos a González Urrutia inundaron la escena, mientras dirigentes de la Plataforma Unitaria se sumaban al acto proselitista.
Pese a ser el protagonista ausente, la imagen de González Urrutia estuvo presente a través de un video en el que saludaba a los presentes y agradecía el apoyo de ambos gobernadores. Un apoyo que, sin embargo, se tiñe de grises al recordar las pasadas victorias electorales de Rosales y Garrido, quienes triunfaron con amplio margen sobre sus adversarios oficialistas en las elecciones regionales del 2021 y 2022, respectivamente. Un recordatorio implícito de su capacidad para movilizar el voto opositor en sus territorios y, al mismo tiempo, una advertencia tácita sobre su autonomía política frente a la figura de González Urrutia.
En su discurso, Rosales se enfocó en la necesidad de un cambio que conduzca a Venezuela hacia la paz y la prosperidad, sin odios ni revanchismo. Un discurso cuidadosamente elaborado que, sin embargo, deja entrever la sombra de la duda sobre sus verdaderas lealtades y el futuro que vislumbra para el Zulia, un futuro que, al parecer, busca moldear estratégicamente, manteniendo un pie en cada lado del tablero político.
Entre la unidad opositora y las sombras del pasado
La reaparición estratégica de Rosales en Barinas no puede ser analizada sin considerar el complejo panorama de la oposición venezolana. Edmundo González Urrutia, el candidato que supuestamente cuenta con el apoyo del gobernador zuliano, carga con el peso de unificar un bloque opositor fragmentado, donde figuras como María Corina Machado también ejercen un liderazgo significativo.
En este contexto, la calculada distancia que Rosales toma con respecto a González Urrutia resulta aún más elocuente. El gobernador del Zulia parece estar jugando a dos bandas, buscando congraciarse con la facción mayoritaria de la oposición sin quemar puentes con el gobierno de Maduro.
Los fantasmas del pasado también planean sobre esta trama política. La victoria aplastante de Rosales en las elecciones regionales de 2021, donde obtuvo más del 54% de los votos frente al 37% de su contrincante oficialista, no borra el recuerdo de su exilio durante el gobierno de Hugo Chávez. Una experiencia que parece haberlo marcado profundamente y que se traduce en una cautela extrema al momento de casar su destino político con un candidato opositor que aún no tiene garantizada la victoria.
El 28 de julio de 2024, fecha fijada para las elecciones presidenciales, se develará el siguiente capítulo de esta telenovela política. Mientras tanto, la tibia adhesión de Rosales a la candidatura de González Urrutia y su ambiguo juego político alimentan las sospechas y siembran la incertidumbre en un escenario político volátil y complejo.