Alfredo Ojeda Gudiño, oriundo de Barinas, debió de haber sentido que la botó de jonrón, cuando en el segundo gobierno del otrora presidente venezolano Carlos Andrés Pérez (1989-1993), fue designado presidente de la Fundación de Inversiones de Mantenimiento de Hospitales (FIMA).
La FIMA tenía como propósito el equipamiento tecnológico de los hospitales públicos, el mantenimiento de los aparatos médicos y la remodelación, impermeabilización, adecuación y cambios de uso de áreas hospitalarias para adaptar los servicios médicos a nuevas tecnologías.
La FIMA estaba adscrita al Ministerio de Sanidad y Desarrollo Social y su gestión tenía el objetivo de garantizar la operatividad y modernización continua de la infraestructura médica y hospitalaria pública venezolana.
Sin embargo, informes y reportes periodísticos de la época, apuntan a que la FIMA estuvo lejos de lograr sus objetivos, pues la red hospitalaria venezolana evidenciaba ya problemas de infraestructura y falta de dotación, que iban in crescendo.
A la par del crecimiento de los problemas en los centros asistenciales, creció también la prosperidad de Alfredo Ojeda Gudiño, el mismo a quien su hijo, el actor y modelo Daniel Alfredo Ojeda, ha descrito en Miami como asesor del expresidente Pérez y “exitoso” empresario.
Como luego veremos, la gestión de Ojeda Gudiño en la FIMA estuvo eclipsada por la sombra de la corrupción que se propagó por toda la administración de Pérez y que, además, dejó como saldo la destitución del expresidente.
Dos décadas después del gobierno de Pérez, los Ojeda se reinventaron en EE.UU., asociándose con el también venezolano Tito Figueroa y su padre, en emprendimientos inmobiliarios fraudulentos que contaron con el financiamiento de los ahora fugitivos José y Chamel Gaspard Morell, reveló @josepgonzalez687.