Por Felicia Osorio
La figura de Orlando Viera-Blanco, abogado y politólogo, ha estado en el centro de la controversia desde su designación como embajador en Canadá por el gobierno interino de Juan Guaidó en febrero de 2019, un cargo que mantuvo hasta la disolución de dicho interinato. Su nombramiento fue un hito en el currículo del profesional de la abogacía, quien también se ha desempeñado como profesor invitado de Cultura Política en el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) en Caracas, además de columnista y analista político en medios como el Diario El Universal. Viera-Blanco ha sido, además, un colaborador habitual de EVTV Miami.
Sin embargo, el brillo de su trayectoria se ha visto empañado por señalamientos y críticas, especialmente en lo que respecta a su estilo de vida, que incluye lujos y viajes. Quienes lo observan se preguntan cómo costea una vida que, a juzgar por sus apariciones públicas, dista mucho de ser modesta.
El otrora “representante diplomático” solía mostrarse ante sus seguidores en redes sociales conduciendo un Porsche descapotable, una imagen que avivó el debate sobre la procedencia de sus ingresos. La situación se tornó aún más espinosa debido a que, al menos públicamente, no se conocieran otras fuentes de sustento.
Para algunos venezolanos, Viera-Blanco, al igual que otras figuras del desaparecido “interinato”, se encuentra en la incómoda posición de tener que rendir cuentas sobre la riqueza que ahora exhibe.
La Fundación American Venezuelan Engagement y el conflicto de intereses
La controversia en torno a Viera-Blanco se intensifica al examinar su relación con la American Venezuelan Engagement Foundation (AVEF). Fundada en Florida en 2017, esta organización nació, según sus estatutos, con la misión de “promover los derechos humanos, la democracia y la asistencia humanitaria en Venezuela”. Viera-Blanco fue su fundador y primer presidente.
En hechos que plantean serias interrogantes sobre la ética y la transparencia, se revela que Viera-Blanco ocupó simultáneamente la presidencia de la AVEF y su cargo diplomático en Canadá, incluso después de ser reconocido formalmente como embajador en agosto de 2019. No fue sino hasta febrero de 2020 cuando presentó su renuncia formal a la presidencia de la fundación. Actualmente, Gabi García García y su hija Valeria Viera García figuran como directoras de esta fundación.
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Lo que resulta aún más llamativo es que, durante el año 2020, la Fundación Simón Bolívar de CITGO, entidad que para ese momento se encontraba bajo el control del Gobierno interino de Guaidó, otorgó una subvención de $22,288 a la American Venezuelan Engagement Foundation. Este hecho configura un claro conflicto de intereses: una fundación dirigida por Viera-Blanco, quien a su vez era embajador designado por Guaidó, se beneficiaba de fondos provenientes de una entidad también controlada por el Gobierno interino.
Las discrepancias financieras y la falta de transparencia
El laberinto de interrogantes se profundiza al analizar las cifras y las actividades reportadas por la American Venezuelan Engagement Foundation y la Fundación Simón Bolívar de CITGO. Fuentes familiarizadas con el caso, cuya identidad se mantiene en reserva, aseguran que la AVEF, bajo la batuta de la familia Viera-Blanco, recibió más de $210,000 de la Fundación Simón Bolívar de CITGO entre 2019 y 2024. Sin embargo, no existen pruebas públicas que sustenten estas afirmaciones, ni tampoco evidencia tangible del impacto de las actividades de la fundación. Un dato relevante es que en los formularios de exención de impuestos de la Fundación Simón Bolívar de CITGO posteriores a 2020, no se hace mención alguna de la fundación de la familia Viera-Blanco.
Las inconsistencias entre los informes de ambas organizaciones son notables. En su declaración de exención de impuestos de 2019, la AVEF afirmaba haber destinado más de $99,000 al mantenimiento de 40 comedores en zonas populares de Venezuela, pero no reportaba inversión alguna en asistencia sanitaria.
En un giro que desafía la lógica, la Fundación Simón Bolívar de CITGO reportó en su Forma 990-PF de 2020 una donación de $22,288 a la AVEF, destinada específicamente a “mitigar el impacto de la COVID-19 en Venezuela”. Resulta, cuando menos, curioso que la fundación de Viera-Blanco recibiera fondos para atender una emergencia sanitaria en 2020, cuando un año antes no reportaba ninguna actividad relacionada con la salud.
La falta de claridad en las actividades de la American Venezuelan Engagement Foundation y las discrepancias en los informes financieros alimentan la percepción de un posible uso irregular de los recursos de CITGO durante la gestión del Gobierno interino. Las sombras de duda se ciernen sobre la figura de Orlando Viera-Blanco, un hombre que pasó de representar a un gobierno interino a ser objeto de escrutinio público por su presunta vinculación con el manejo opaco de fondos destinados, en teoría, a aliviar la crisis humanitaria en Venezuela.
La exigencia de transparencia y rendición de cuentas se alza como un clamor entre aquellos venezolanos que consideran que Viera-Blanco, y otras figuras prominentes del extinto “interinato”, tienen mucho que explicar.